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08 Jul

"Si se empobrece la lengua se empobrece el pensamiento».
Fernando Lázaro Carreter (1923-2004).

A nadie se le escapa que el lenguaje está sujeto a cambios. Los hablantes arrinconan en el sótano idiomático los vocablos que consideran inservibles y los sustituyen por otros. A veces, son nominaciones de nuevo cuño, a veces sangrantes injertos; en muchos casos, innecesarios y torpes. Este hecho, sin embargo, es tan sencillo y evidente que nadie se puede oponer; es democracia pura, la mayoría gana y la minoría, por muy docta que se sienta, tiene que amoldarse, agachar la cabeza; tarde o temprano.


A pesar de lo dicho, a veces, algunos hablantes que aparecen en los medios –de cualquier tipo- y cada vez son más, sacan de la talega de los monemas, unas criaturas espurias que ni ellos mismos saben su origen ni como han llegado a pulular por sus neuronas cortocircuitadas. En vez de ensamblar frases precisas, las enjaretan como si tal cosa. No solo me refiero, únicamente, a los extranjerismos –anglicismos, sobre todo- sino a otros vocablos de creación propia, balbuceados sin escrúpulo ni pudor y que de inmediato como si fueran irresistibles cebos, son engullidos por la famélica masa hablante. De manera que si no empleas esas palabras te tachan de ignorante o de vivir en las quimbambas, como diría Lázaro Carreter.
Les ofrezco estas perlas –ninguna aparece en el diccionario– cuyo brillo deslumbra en las pantallas televisivas y ondas radiofónicas, fundamentalmente. Y parece que ya de tanto pregonarlas, se han asentado entre los hablantes gregarios.

a. Pernoctación
Empleada generalmente en plural. En castellano se dice pernoctar a la acción de dormir o pasar la noche en determinado sitio cuando se va de viaje, expedición, etc. (María Moliner, diccionario de uso del español). Quizá se trate de un vocablo sesquipedal, que se hace más llamativo cuantas más sílabas lleve, hecho que parece ser del gusto de algunos hablantes que no pagan tasas por decir inconvenientes.
b. Alojativo
Palabra de nuevo cuño, pues no aparece en el diccionario académico. ¿De qué arcón habrá salido? No hay, por tanto establecimientos –ni plantas- alojativas, sino instalaciones de alojamiento u hospedaje. ¿Por qué rebautizar las cosas? Puesto así, nada tiene de extraño que una locutora del telediario sabatino dijera –refiriéndose a un grupo de personas –que era muy colaborativo. Quizá quiso decir, colaborador, simplemente; pero lo repitió en los telediarios del domingo, como para reafirmar su dominio idiomático.
c. Argumentario
En los milenios que llevamos cultivando la dialéctica, la refutación, la controversia, nunca fue preciso esgrimir un argumentario (se supone que es un lote o colección de argumentos) para convencer o noquear al contrincante. Era suficiente con un argumento –razonamiento empleado para demostrar una proposición– o una argumentación sólida e irrefutable. Es como si a alguien se le ocurre llamar a los desayunos de trabajo, desayunarios.
d. Empate técnico
Define el diccionario la palabra empatar: tratándose (de una elección o votación), resultar tantos los votos en pro como los votos en contra. No se hable más; es suficiente con empate; ni técnico, ni táctico, ni estratégico.
e. "Auto..."
Raíz procedente del griego, con significado de " a sí mismo", "por sí mismo" Así, decimos autorretrato, autobiografía, autógrafo. Lo curioso es que se escucha, cada vez más, pospuesta a los pronombres reflexivo: me, te, se... Y es muy frecuente oír decir, por ejemplo: me auto responsabilizo de la matanza; te auto mordiste la lengua, nos auto peinamos antes de salir; se auto pilló la mano, etc., etc.,...
La raíz auto es redundante y por ello innecesaria.
Se trata, por tanto, de vocablos innecesarios e incorrectos, que no añaden nada nuevo al intelecto de quien o quienes los utilicen; salvo sus dotes de reputados especímenes gregarios en un perpetuo estado de trasnoche y divagación mentales. Ya sabemos que los gregarios no alzan la cabeza, transitan en el anonimato, respirando los miasmas de la manada, asfixiándose en un torbellino polvoriento y enfermizo, y sin aportar nada de relieve al progreso; solo bultos parados o en movimiento.
Para concluir, no está de más recordar la palabra "Nóos", que así la escriben. Al margen de lo que socialmente pueda reportar, me parece oportuno subrayar que, si es palabra llana, no debe llevar acento gráfico; y si es aguda, sí. Algo tan simple como reos o caos, vocablos a los que nadie colocará tilde; espero. Por tanto, Noos, y tan contentos; aunque se moleste el ex duque de Palma.

Eugenio F. Murias

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